Thursday, July 13, 2006


Las obras pneumáticas de Duchamp

[El siguiente texto es un extracto del artículo "Duchamp, incluso", a ser publicado en Ombligo 23 - número II ].

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Asclepios: ¿Pero acaso no hay ciertos objetos que están vacíos, como una jarra, un vaso, una cuba de prensado y demás objetos parecidos?
Hermes: ¡Que inmenso error, Asclepios! ¡Decir que está vacío aquello que está absolutamente lleno y colmado! ¿Acaso el aire no es un cuerpo?
Asclepios: Lo es.
Hermes: Todas esas cosas de la que tu dices que están vacías están llenas de aire, si están llenas de aire, también lo han de estar por los cuatro cuerpos elementales. Las cosas que tu dices que están llenas, están vacías de aire, pues su espacio se encuentra ocupado por otros cuerpos y ya no disponen de más espacio para recibir aire o aliento. Por lo tanto de las cosas que dices que están vacías, debieras decir que están huecas, pues en razón de su misma realidad están llenas de aire y de aliento.[i]

En 1919, Arensberg se preocupa frente al hecho de que Duchamp dedica casi la totalidad de su tiempo a jugar al ajedrez y no se preocupa en realizar obra artística. El contrato entre Arensberg y Duchamp implicaba que aquel era dueño de toda la obra realizada por el artista a cambio de un sueldo mensual... pero frecuentemente Arensberg debía enfrentar el problema de que Duchamp mostraba poco interés en realizar obra y es celebre su poca voluntad de trabajar y sus teorías sobre el ahorro de esfuerzo y la conservación de energía.


Sin embargo estos enfrentamientos entre Arensberg y Duchamp, estos reclamos por “más obra”, serían utilizados por el artista como acicate para irónicas creaciones. En 1915, frente a estos reclamos, Duchamp compra una pala de nieve, la firma “In advance of the broken arm. From Marcel Duchamp” (“Como adelanto por un brazo partido. De parte de Marcel Duchamp”)y se la entrega a Arensberg como ironía acerca de su situación como artista-obrero con un pago mensual a cambio de realizar obras.
Lo mismo sucederá hacia 1935, cuando frente al mismo reclamo por más obra que pueda ser exhibida, Duchamp entrega a Arensberg sus “Box in Valise” (“Caja en Valija”). Una serie de valijas que se despliegan al abrirse y muestran reproducciones a escala de la totalidad de la obra de Duchamp. Una ironía acerca del mercado del arte y el propio arte transformado en producto en serie y que al ser comprado puede ser cómodamente llevado dentro de una valija de ejecutivo.


Sin embargo nos preocupa aquí su creación llamada “Aire de Paris”. Hacia 1919 Arensberg había supuesto que Duchamp estaba escaso de inspiración y que ella era la causa de su reticencia a realizar más obras. Arensberg le paga a Duchamp un viaje desde Nueva York a París para que el artista regrese con un poco del artístico aire parisino y se decida a crear nuevas obras que traería en su vuelta a EEUU.
Duchamp acepta el viaje, en Paris se dedica principalmente a seguir jugando al ajedrez con sus viejos camaradas. Al regresar a Nueva York entrega una única obra a Arensberg: su “Aire de Paris”, una ampolla que había encargado a un farmacéutico, la cual encierra el aire parisino que el mecenas reclamaba.
Sin embargo debe notarse que esta ampolla también es un crisol que contiene al pneuma, aire o ruach: el soplo vital, el aliento divino.

Debe tenerse en cuenta la influencia directa que esta obra tiene en aquella otra que catapultará a la fama a aquel otro artista de confesa inspiración alquímica: Yves Klein, quien el 28 de Abril de 1958 presenta su escandalosa exhibición “El Vacío” en la que la galería Iris Clert de París. La sala de exhibición fue vaciada de todos sus objetos y los espectadores se enfrentaron a una galería absolutamente vacía. En este contexto, Klein pronunció su ya célebre “discurso revolucionario” en el que afirmaba que la galería estaba plenamente llena de pneuma y que la sensibilidad pictórica del espíritu mismo era su obra (la cual fue luego vendida a espectadores que pagaron exclusivamente con oro puro por porciones inmateriales de pneuma o sensibilidad pictórica. El oro fue luego arrojado al Sena por Klein, logrado así la perfecta transmutación del oro vulgar en oro espiritual).
La anécdota cuenta una genial historia que parece revivir aquel viejo diálogo entre Hermes y Asclepios: un espectador indignado por haber pagado para ver “nada” insultó a Klein y luego le dijo: “Voy a volver cuando este vacío esté lleno”. Klein respondió: “Cuando esté lleno, ya no va a poder entrar”.


Otra vez más, en 1921, Duchamp recurre a la idea del soplo Divino o pneuma: lo hará con “Bello Aliento”, una botella de perfume que modifica levemente al cambiar la leyenda “Eau de Toilette” por “Eau de Voilette” (agua de violeta); pegar una foto suya caracterizado como Rrose Selavy (su doble femenino) y escribir el título de la obra sobre el frasco vacío. Obviamente, el bello aliento no es otro que el aliento vital del artista que da vida a su creación. Con el título Duchamp ya remarcaba que el frasco no es la obra, sino que su obra es el contenido pneumático.

Esta otra obra será luego revisitada en los 60’s por Piero Manzoni con sus esculturas pneumáticas (globos inflados por el propio artista con su aliento).
[i] “Discurso Universal de Hermes a Tat”, parágrafos 10 y 11.

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